La incorporación de las últimas tecnologías está dando un empujón a todos los sectores que apuestan por su uso. Un ejemplo muy claro de esto es la agricultura del vino, que gracias a la combinación de la tradición con los drones no deja de batir récords situando a España como el primer vendedor mundial.
España es el país que tiene mayor superficie de viñedos del mundo con casi un millón de hectáreas plantadas, de los cuales un 60% son de denominación de origen. También es este país el que más vende, pero lo hace a menor precio que Francia o Italia. La implantación de la tecnología permitirá mejorar aún más la calidad los sistemas de la agricultura del vino.
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En Bodegas Familiares Matarromera llevan combinando tradición e innovación desde 2005. En ese año crearon un área específica de I+D+i para desarrollar proyectos de investigación. Estas iniciativas le han otorgado reconocimientos como el Premio Nacional a la Trayectoria Innovadora.
Esta compañía lleva a la agricultura del vino y a su gestión todo tipo de herramientas tecnológicas, desde drones para inspeccionar el estado de la materia prima a una VPN para recopilar todos los datos de los sensores o un CRM para anticiparse a lo que piden los clientes. Estrategias sin duda acertadas a tenor de sus cifras:
Viñedos monitorizados a vista de dron, responsables de campo que captan todos los datos en tabletas, vehículos provistos de distintas herramientas tecnológicas que circulan entre las vides. Es el día a día de las Bodegas Familiares Matarromera, fundadas hace tres décadas por Carlos Moro.
En estos 30 años, ha llevado a cabo más de 80 proyectos de investigación con múltiples fines: desde conseguir vinos más saludables hasta aumentar la familia de productos más allá de la alimentación, avanzar en la eficiencia energética, conseguir un mejor control de la producción.
Todo se remonta a 2015, cuando empezaron a utilizar imágenes por satélite para extraer datos completos sobre la calidad de las plantas y del fruto. Los objetivos de tal iniciativa eran:
obtener “los índices de vegetación calculados por la cantidad, calidad y desarrollo de la vegetación. Junto con el índice de área foliar o la simulación del dosel vegetal que marca presencia de clorofila”
(Alberto Guadarrama, director de I+D+i de Matarromera)
En 2016 decidieron perfeccionar aún más la recogida de información con el uso de drones, lo que les ayudó a “determinar el estado sanitario de las horas, la actividad clorofílica, su contenido en antocianos o su estrés hídrico”.
También han diseñado una red de estaciones agroclimáticas estratégicamente colocadas. Gracias a ellas recogen en tiempo real datos meteorológicos, de suelo y vegetales. Luego se transmiten a una nube, donde se procesan de forma automática y ofrecen información para el seguimiento y gestión del cultivo. “En las bodegas apostamos por una viticultura basada en el uso integrado de ‘sensores remotos’ y ‘sensores planta-clima-suelo”, afirma Guadarrama.
Dos hándicaps han tenido que superar: esa diversificación del negocio antes mencionada y también el hecho de que su actividad se desarrolla en un medio rural, teniendo que superar para ello cierta brecha digital.
No es raro por tanto que su red privada de datos (VPN) se apoye en buena medida en la radio o en el servicio de telefonía fija. “Tenemos en nuestro punto de mira la mejora de las telecomunicaciones, ya que contamos con diferentes centros de trabajo separados y ubicados en zonas rurales que hacen esencial un esfuerzo mayor en unas comunicaciones tan sólidas como necesarias.
También nos adaptamos a los diferentes puestos y necesidades que tienen las personas que trabajan con nosotros”, señala Arce, responsable de tecnología de la empresa.
El uso de la tecnología en la agricultura del vino le ha servido a Bodegas Familiares Matarromera para acertar en lo más importante para una empresa: las decisiones. Todas sus aplicaciones tiene como fin recabar y analizar la mayor información posible, por lo que les permite solucionar problemas con facilidad e incluso anticiparse a ellos.
Ahora pueden controlar cómo evolucionan a lo largo del año los cultivos. Y son capaces de detectar y paliar con rapidez toda posible deficiencia de riego o desarrollo de la planta. También utilizan estos datos para conocer cuál es la necesidad de abonos y fitosanitarios, para saber sobre la existencia de plagas o los posibles daños que ha podido sufrir la vid.
Todas estas iniciativas están llevando a las bodegas a un cambio en los modos de trabajo y de tratamiento de la vid. Entre sus objetivos está obtener productos innovadores, competitivos y de calidad. Y demostrar que la combinación de vino y tecnología, al igual que la de tradición e innovación, solo puede ofrecer buenos resultados.
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