Actualmente, cuando se habla acerca de la transformación digital o de innovación, en la gran mayoría de los casos estos conceptos se vinculan a grandes compañías tecnológicas como Google, Apple, Amazon o Microsoft, y a grandes presupuestos e inversiones. Si bien es cierto que estas empresas son la punta de lanza en estos procesos y que tienen un gran impacto en los medios y en la sociedad debido a su tamaño y cifra de ventas, la transformación digital va mucho más allá.
Este tipo de compañías sirven a modo de referente para otras que siguen su camino y son por tanto grandes evangelizadoras de la evolución hacia un mundo cada vez más digitalizado. No obstante, la digitalización y la transformación digital es un proceso transversal, que deben adoptar todas las compañías, pero atendiendo a su sector, tamaño y presupuesto sus necesidades serán únicas en cada caso.
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Se conoce como transformación digital a las dinámicas y acciones que llevan a cabo las compañías para adaptarse a las necesidades tanto presentes como futuras. Actualmente, forma una parte cada vez más importante del plan general de negocio.
Desde hace unos años, ha dejado de ser una opción, tanto para grandes como para pequeñas empresas. Las compañías del Siglo XXI deben adaptarse al nuevo panorama para garantizar su supervivencia en el mercado en el medio y largo plazo.
La transformación digital ofrece una serie de ventajas y oportunidades de negocio. En primer lugar, permite generar experiencias nuevas en los clientes, creando con ellos vínculos de carácter emocional. En segundo lugar, mejora de forma notable la eficiencia operativa. Además, permite a las empresas responder de manera más rápida ante los cambios existentes en el mercado. Y, por último, promueve la cultura de la innovación en el interior de la compañía.
Por un lado es necesario admitir que gracias a grandes empresas, sobre todo del sector tecnológico, estamos actualmente inmersos en una transformación digital que avanza a un ritmo de vértigo. Sin embargo, también es preciso añadir que, el resplandor que estas generan, puede desanimar a pequeñas y medianas compañías, las cuales creen no poder estar a la altura de lo que el mercado reclama.
El grueso de la economía global está formado por millones de pequeñas y medianas empresas. A pesar de que sus esfuerzos por renovarse y adaptarse a la época actual no son conocidos por la sociedad en la gran mayoría de los casos, no hay ninguna duda de que existen. Las PYMEs están adaptándose a las exigencias del mercado y a las nuevas necesidades de los consumidores del Siglo XXI.
No obstante, cuando se comparan con grandes gigantes, como Google o Microsoft, ven sus objetivos tan lejanos que no se creen capaces de alcanzarlos. En muchos casos las pequeñas y medianas empresas creen que se han subido al tren de la transformación digital y la innovación demasiado tarde, y ya no hay sitio para ellas.
Las PYMEs cometen una serie de errores en relación con la innovación y la transformación digital que resulta interesante destacar a fin de evitarlos.
Uno de los principales errores que cometen muchas empresas es la de comparar los resultados de sus análisis con los de otras compañías que nada tienen que ver con su actividad o están jugando en otra liga.
Grandes gigantes tecnológicos, como Amazon, tienen a varios cientos de empleados dedicados en exclusiva al desarrollo de productos, servicios y soluciones innovadoras. Un equipo humano cuyas funciones principales giran en torno a la transformación digital, y que ninguna pequeña o mediana empresa puede permitirse. Es por ello que su evolución es más lenta, pero no por ello menos valiosa.
Una PYME tampoco debe compararse en estos término con una startup nacida en plena era digital. Este tipo de compañías, a pesar de que en muchos casos son de pequeño tamaño, están 100% apoyadas en la tecnología desde el momento de su nacimiento.
Sin embargo las denominadas empresas de la vieja economía deben hacer un mayor esfuerzo, tratando de adaptar su modelo de negocio al mercado digital sin perder por ello si esencia de modelo tradicional.
Otro de los errores más frecuentes que cometen las pequeñas y medianas empresas en relación a la transformación digital es creer que no pueden participar en ella. Pero nada más lejos de la realidad. Por ejemplo, una compañía dedicada a la elaboración de caramelos. Un negocio tradicional pero que, por supuesto, necesita adaptarse y transformarse. Por supuesto, no lo va a hacer al ritmo de grandes compañías como Netflix o Apple, pero por el simple hecho de que el negocio no se mueve en el ámbito tecnológico.
Claro que en ocasiones también se da el caso contrario: PYMEs que, deseosas de transformarse y formar una parte importante del panorama empresarial actual, se olvidan de la verdadera esencia de su negocio. El verdadero éxito radica en encontrar el equilibrio entre mantener la naturaleza que originó en su momento el nacimiento de la compañía y sumarse a los cambios digitales.
Por lo tanto, la transformación digital es muy importante tanto para empresas de la vieja economía como para las que han nacido en los últimos años, en plena era digital. No obstante, si su nivel de intensidad ni su velocidad serán nunca los mismos. Y es que, para sumarse a la transformación digital no es necesario correr a 320 kilómetros por hora, pero siempre es buena idea atreverse a aumentar un poco la velocidad, y arriesgarse.
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