La tecnología cambia la forma en la que las sociedades trabajan, se comunican y se desplazan. Ahora bien, ¿puede cambiar, además, la manera en la que se visten las personas que viven en ella? El último grito de las pasarelas y el mundo del diseño pasa por implementar tecnología en la ropa. Se trata de una tendencia viva y creciente, en perpetua evolución.
Antes de que la moda existiera como concepto, la especie humana se vestía bajo una idea exclusivamente práctica. En un principio, lo que se buscaba era no morir por congelación o hipotermia. Y tras el posterior desarrollo de las sociedades, otros factores entraron en la ecuación, como el pudor, el estatus social, etc. No obstante, con el tiempo esta relación ha ido cambiando, hasta el punto de que el vestir se ha convertido en una señal de identidad, una afirmación estética que trasciende el pragmatismo.
Pero ¿qué ocurre cuando se da paso a la tecnología en la moda?
La industria textil está experimentando un cambio de paradigma. O una vuelta a los orígenes. Lo fashion vuelve a abrazar lo práctico gracias a las mejoras tecnológicas. La innovación en el sector ha encontrado nuevos usos en la ropa que pueden combinarse con la “mera intención decorativa”.
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2018 es el año de la confirmación oficial de la ropa inteligente. Las prendas mejoradas por la tecnología son el futuro. Esto supone que entrarán en juego muchas más empresas que las que estamos acostumbrados a ver en el sector. Bajo la tela se pueden hallar microchips, sensores y un amplio abanico de elementos prácticamente imperceptibles cuyo objetivo es ofrecer comodidades al usuario. Éstos son los ejemplos más revolucionarios:
Al caminar o al realizar determinados movimientos, es posible producir energía eléctrica. ¿Qué pasaría si se aplicara a la ropa? Numerosos ingenieros han conseguido alimentar relojes, reproductores de música y otros aparatos gracias a esta idea. Y ahora es el turno de la moda.
Actualmente se está trabajando en diversos prototipos para vincular tecnología cinética y zapatos comunes. La conexión permitiría cargar una batería de un teléfono móvil mientras se camina o se hace deporte. No se trata de una idea disparatada. De hecho, ya están en el escaparate los primeros proyectos que exploran esta vía. El diseñador Rafael Rozenkranz ha sacado al mercado un traje para correr con un reproductor de mp3 incorporado que funciona así.
Un elemento similar al anterior, aunque menos experimentado todavía, es el de la ropa solar. Se basa en el mismo precepto: prendas que puedan ayudar al usuario a producir energía para cargar sus dispositivos. Sin embargo, en este caso la fuente no es el movimiento del propio cuerpo, sino que el usuario depende del sol. Las primeras prendas de ropa solar son bikinis que permiten cargar el teléfono.
Este experimento llevado a la práctica por Levi’s y Google permite la interacción entre una chaqueta vaquera y el teléfono móvil. Gracias a esta unión las micro fibras que hay debajo de la tela permiten la entrada de llamadas y guían al usuario con vibraciones para llegar a una dirección concreta (en diálogo, claro, con Google Maps). ¿Increíble, verdad?
Nike está empeñada en mejorar la vida de los entrenadores de la NBA mediante la aplicación de sensores que recogen información durante los entrenamientos. Lo hace sin necesidad de complicados cables. A partir de ahora, el jefe de Pau Gasol tendrá datos estadísticos inapelables para comprobar hasta qué punto lo da todo o no en un entrenamiento.
Las minusvalías y las discapacidades no escapan de la moda… ni de la tecnología. El mercado ya está abierto a prendas para cubrir quemaduras recientes que más allá de su efecto estético aportan una temperatura agradable y sanadora. Lo mismo ocurre cuando se trata de combatir una discapacidad, con brazaletes capaces de añadir determinados pesos para ejercitar la musculatura.
Los amantes de esta técnica de relajación hindú están de enhorabuena. Con los pantalones deportivos Nadi X pueden recibir vibraciones táctiles. Las sentirán en las caderas, rodillas y tobillos para acompañar sus movimientos. También para obtener ayuda con posiciones difíciles de mantener. Es posible sincronizar los pantalones con el teléfono para recibir consejos en función de los resultados registrados.
La iluminación led y los complementos láser pueden suponer una delicia para los más fiesteros. Diseñadores tan notorios como Wei-Chieh Shih están trabajando, al menos, para que así sea. El target juvenil destaca, en este tipo de mercado, como un aliado muy poderoso.
No se trata sólo de que la ropa emita luces, sino que éstas podrían encenderse o variar su brillo e intensidad en función de estímulos externos. ¿El que más se trabaja actualmente? En efecto, la música.
Los grandes también apuestan por la tecnología en la moda. Esta prenda de Ralph Lauren contiene sensores y diminutos transmisores que se encuentran en el interior de la tela. Van unidos a un dispositivo bluetooth que transmite datos al teléfono.
Gracias a ese trasvase se pueden tomar mediciones del ritmo cardíaco, hacer un balance sobre higiene postural, controlar la respiración, así como referenciar la distancia recorrida y las calorías consumidas.
La impresión en 3D ha extendido sus tentáculos al universo fashion. Se acabó lo de tener problemas con las tallas. A partir de ahora una nueva forma de hallar las dimensiones exactas será el escaneo para la impresión posterior. Medidas perfectas para un diseño impecable.
Por último, dejamos el qué para detenernos sobre el cómo. Concretamente, en el proceso de fabricación. Los materiales con los que se crean las prendas están sujetos a permanentes análisis para su correspondiente innovación. ¿Y cuál es la consecuencia? Ropa que respeta el medio ambiente y no entra en conflicto con las leyes contrarias a la contaminación.
El desarrollo sostenible es también objeto de la ciencia. La industria textil no sólo no es ajena a esta realidad, sino que participa de ella con cada vez mayor énfasis. Invertir en materiales renovables es económico por dos motivos. En primer lugar, por el creciente interés de los consumidores en este tipo de productos. Y en segundo lugar, por la capacidad reciclable de los elementos con los que se crean las prendas. ¿Hay mejor manera de cambiar el mundo que haciéndolo más habitable y limpio?
Como puedes comprobar, empresas tan importantes como Nike, Levi’s o Ralph Lauren han entrado fuerte en este modelo de negocio. Muchas de estas prendas se están vendiendo con éxito y apuntan una tendencia interesante y posiblemente provechosa. Pero, además, la tecnología que incorporan implica abrir el mercado de la moda a otros sectores, a otras industrias y se buscan empresas que hagan posible toda esta innovación futura. Ahora la pregunta planea en el aire. ¿Está la industria española preparada para la revolución de la ropa inteligente?
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